La pandemia del coronavirus y sus efectos en la economía está próximo a alcanzar a la política monetaria. Para quienes definen esta, los bancos centrales, ahora tienen la tentación de imprimir dinero y financiar el gasto gubernamental, se destaca en un análisis de especialistas.
En tiempos de emergencia, particularmente en la guerra, los bancos centrales a menudo han entregado billetes recién impresos a los gobiernos, la estrategia de controlar la inflación, por efecto de mayor circulante, se pospone hasta superar la crisis.
A pesar de la pandemia, el mundo aún no está en esa posición hoy. No hay necesidad, por ahora, de relajar el marco de la banca central independiente, ceder a las metas de inflación, por efectos de mayor dinero en circulación. Sin embargo, este tipo de financiamiento monetario debería ser una herramienta disponible para los encargados de formular políticas, si fuera necesario.
Sin límites, permitir que un gobierno se financie a sí mismo mediante la creación de dinero puede conducir a la hiperinflación. Pero estos riesgos pueden ser manejables: la oferta monetaria de la última década, a pesar de las predicciones, no ha elevado la inflación por encima de los objetivos de 2 por ciento de las principales economías desarrolladas.
El dinero nuevo emitido en las economías de los países ricos se ha visto cubierto por una mayor demanda.
No existe una distinción clara entre la oferta monetaria y el crédito. Los banqueros centrales dicen que las compras de activos bajo un escenario de mayor oferta monetaria son temporales, lo que significa que el dinero recién creado algún día será retirado de la economía.
Los programas recientes de flexibilizar la cantidad de dinero circulante parecen cada vez más propensos a convertirse en permanentes, más ahora con la crisis provocada por el coronavirus y la parálisis de la economía.